miércoles, 31 de enero de 2007

Eusebio García Luengo: 'Símbolo y exaltación históricos del comisario'


por Eusebio García Luengo

Valencia, Nueva Cultura, nº 3 - IIº año

Si buscáramos un tipo representativo, el arquetipo humano de esta época, no sería otro que el comi­sario. Ni el político, ni el soldado. Pues el comisario participa de ambos, en un tiempo en que todos los hombres políticos o guerreros.

O, mejor dicho, ambas cosas a la vez, pues ya sabemos que no hay más que soldados políticos, ni existe político que no sea militante, que es casi decir ya miliciano...

Por todo ello, el comisario sintetiza cuantas actitudes y aptitudes humanas se cifran en el hombre. Síntesis de humanidad de nuestro tiempo.

La nueva significación de la política él la representa asimismo. En vez de la política secretera y esté­ril, o de la chabacana; o de la sacristanesca y aviesa, él viene a decirnos, a decir al combatiente que hay una clara política de la verdad humana, inherente a cada hombre por el hecho de ser tal, asequible a todos, im­pulso de las más sencillas acciones, motor del progreso humano.

Y el sentido de la guerra civil él lo expresa también. A diferencia de las guerras imperialistas o de rapiña, el soldado necesita saber que su misma vida y su porvenir, su causa entera, se compromete en la lu­cha. Que combate por él mismo.

El comisario político se lo dice, porque es la vinculación al ideal y al hondo motivo humano, social, histórico de la lucha. Las guerras imperialistas dejan siempre amargura y odio. La incomprensión angustiosa es la tónica general. Veámoslo en la literatura de la Gran Guerra, lo mismo de vencedores que de vencidos: En las guerras de liberación nacional, al contrario: ahí está optimista y vitalísima producción soviética de la guerra civil. Es porque hay guerras en las que el hombre halla su causa total y se identifica con ella. Tal iden­tificación la representa el comisario.

La honda unidad entre Estado, Nación, Gobierno y hombre la ha de revelar el comisario. En este enlace de los poderes rectores a la masa, el comisario precisa sentirse tan solidario de la masa como del po­der constituido.

Y ha de centrar en él, en magnífico equilibrio, el instinto y la espontaneidad y la iniciativa creadora populares, con la madurez, la reflexión y la serenidad de una grave conciencia cultivada...

En la fusión nacional y humana que por vez primera acaso en la Historia de España se realiza con esta guerra, el comisario tiene la misión de aglutinante. Para llevarlo a cabo, toda cualidad es útil: valor, cul­tura, conciencia, responsabilidad. Abarcará todas las disciplinas -y la disciplina, en primer lugar- y tendrá el más radiante concepto del momento histórico.

Si el ingeniero, por ejemplo, en un momento de la Historia -aquel del ascenso de la técnica, que ahora pasa a manos del pueblo- es el arquetipo social, hoy lo es, bien legítimamente el comisario.

El enemigo no necesita comisarios. Para él el soldado es un instrumento mecánico al servicio de sus fines explotadores. Para nosotros él el hombre en la más completa acepción dotado con cuanto la Historia va enriqueciéndole Y como cúspide de este tipo humano, el comisario.

Si aspiramos a que el hombre se realice plenamente, tal como lo andan buscando los intelectuales atentos a los problemas de nuestro tiempo, el comisario lo realiza en esta hora. Porque ha de estar versado principalmente en humanidad y nuevas humanidades, las que ahora se van creando.

Es fusión, crisol, síntesis.

E. GARCIA LUENGO




No hay comentarios: