miércoles, 25 de noviembre de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Canción de Anábasis

Comienza Saint John Perse, seudónimo de Alexis Leger, su más famoso poemario, Anábasis, con una introducción titulada Canción. Y que, traducida por Enrique Moreno Castillo, dice así:
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'Nacía un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí que hay un rumor de otras provincias que me agrada... "Te saludo, hija mía, bajo el mayor de los árboles del del año" '.
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Naturalmente el poeta lo escribió en francés de la siguiente manera:
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'Il naissait un poulain sous les feuilles de bronze. Un homme mit des baies amères dans nos mains. Étranger. Qui passait. Et voici qu'il est bruit d'autres provinces à mon gré... "Je vous salue, ma fille, sous les plus grand des arbres de l'année'.
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Y como este hermosísimo poema, Anábasis, permite muchísimas interpretaciones; y cada uno tiene la suya; nosotros también aventuramos una; ni más ni menos valiosa que la de los demás, creemos; a saber:
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Estamos en el campo. Es otoño. Los árboles amarillean. La temperatura es suave, tibia, muy agradable. Contemplamos la naturaleza en su maduro esplendor. Somos felices. Nos ofrecen frutos las plantas. Uvas, naranjas, manzanas, peras... Hasta bayas. Bayas amargas. Porque es otoño, claro. Cerca de un árbol la yegua está pariendo un potro. Otro milagro de la naturaleza. Esas bayas amargas nos las trajo un extranjero que pasaba por alli. Nos las puso en nuestras manos. Como gesto de amistad. Demostrando, asi, de esa manera sencilla, la fraternidad de los hombres que combaten el racismo. Seres humanos que se dan a los demás con el corazón sin reservas. El pecho al descubierto. La mirada limpia. La risa sin dobleces. Lo miramos al principio con recelos. Vigilando sus movimientos. Dispuestos a guardar y defender lo que consideramos nuestro. Al menor ademán sospechoso. Pero su actitud abierta desarma esas desconfianzas que llevamos entre la piel. Y para dejarnos aun más desnudos de asperezas, de espinas, de puas, de venenos, de... nos transmite noticias de otros mundos, de otros lugares, de otras provincias... de allende las fronteras. Nos desarbola por consiguiente de aldeanismos, de provincianismos, de... Predispone nuestro espíritu para recibir los más variados rumores donde, nuestro idiotismo aldeano o ciudadano, se nos aparezca como un elemento extraño y repelente. De modo que nos llena de alegría este extranjero. Que pasaba por aquí. Nos ha imbuido de un sano universalismo, de un humanismo, de una fraternidad, de... hasta el punto de que, cuando aparece nuestra hija, allá, en la hondura del paisaje, en el cercano horizonte, ya es otro el que pronuncia saliéndole el gozo por la garganta:

-Te saludo, hija mía, bajo el mayor de los árboles del año.

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El poeta prosigue luego con su canción:

'Pues el sol entra en Leo y el Extranjero ha puesto el dedo en la boca de los muertos. Extranjero. Que reía. Y nos habla de una hierba. ¡Ah, cuántas brisas en las provincias! ¡Cuánta holgura en nuestros caminos! ¡Cómo nos deleita la trompeta, y la pluma sobre el escándalo del ala!... "Alma mía, muchacha, tenías costumbres que no son las nuestras".
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Nació un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso esas bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí un gran rumor en un árbol de bronce. ¡Alquitrán y rosas, don del canto! ¡Truenos y flautas en las alcobas! ¡Ah, cuánta holgura en nuestros caminos! ¡Ah, cuántas historias en el año, y el Extranjero a su talante por los caminos de toda la tierra!... "Te saludo, hija, mía, bajo la vestidura más hermosa del año!