domingo, 17 de mayo de 2009

De magreos, meneos y toqueteos; de la jodienda que no tiene enmienda -5- (*)

5ª: Brígida Vistalegre. 1977


a) Descripción:

Qué inexcrutables, monseñor, se me antojan a veces los turbios recovecos del alma femenina que ni aun después de años de trato continuo e intimidad confesional sabe uno a qué atenerse con este torpe género veleta y alocado donde los haya. Viene a cuento el exordio, amado padre, por hablarle de Brígida mujer de pieza, manchega cabal de cepa añeja y éticas hechuras, que fue un tiempo modelo de unción y espejo de beatas, aunque luego los divinos designios le deparasen otra andadura mucho menos casta.
La señorita Brígida, solterona a machamartillo, diligente artesana de la añorada Sección Femenina (*), ferviente ejecutora de novenas surtidas y artista consumada del rosario, era quizá la viva encarnación del espíritu de cruzada que años ha señoreó por estos, hoy yermos, campos morales. Devota de Santa Eulalia y del Caudillo (1), sus carnes gozaban laceradas la caricia del cilicio y de la zarza y su pasión por nuestro martillo de herejes (2) alcanzaba por veces lo enfermizo y rayaba en una rara idolatría marcial.
Guardó como oro en paño innumerables recortes de prensa de sus gestas, aprendió sus discursos y llegó en una ocasión a consultarme la conveniencia de dejarse crecer un bigotillo al estilo del gran conductor (3), y ser así por fin amada en el amado transformada que amén de muy creyente, era Brígida asaz hirsuta y harto velluda. El delirio y la fe comenzaban ya a andar de la mano en su abrasada mente.
Pero toda esta vida de cristianos desvelos acabó de repente con la muerte del Gran Hombre (4). Brígida se recluyó entonces durante meses en el modesto santuario que había erigido en la casa paterna y olvidó sus deberes parroquiales, y, en fin, cayó desamparada en la negra noche de la locura.
Fue con motivo del primer aniversario de la muerte del Generalísimo (5) cuando dio inicio a su insana desmesura. Acudió aquel día pertrechada de peineta y escapulario a la gran concentración, y allí, con el sol de noviembre (6), vio a un joven falangista (7) con el pecho desnudo arengar a la multitud en recuerdo del gran lider (8). Fue la revelación, decía ella, la llamada celestial por la nueva senda: pobre Brígida, monseñor, pobre Brígida.
Desde entonces se entregó al mas desaforado de los desenfrenos, trocó velos y cirios por tangas minúsculos y artefactos de vicio y de lujuria y paseó sus magras carnes por antros de perdición bajo el nombre de guerra de 'La Mojigata'. Me contaron -Dios la perdone- que solía cometer sus números acompañada de un maromo burdamente disfrazado de Caudillo, con el simulaba disfrutar las más abyectas escenas con que la pornografía ha podido emponzoñar el mundo.
Muchas confesantas me llegaban cuitadas por la repentina fogosidad de sus maridos, clientes habituales de las sacrílegas actuaciones de Brígida. El resto, monseñor, prefiero callarlo. Ahí le envío uno de sus primeros poemas, que los siguientes abundan en escabrosos pormenores que el decoro me impide reproducir. Y no atienda, monseñor, esas chuscas alusiones personales, que es fama en la mujer la ligereza de cascos y lo calenturiento de sus quimeras y entelequias.
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b) Coplas a la suerte de folgarse

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Me manda don Anselmo
le haga un verso,
en mi vida me he visto
con tanto aprieto...
''
... aunque apretada,
me sale mejor caldo
de burundanga.
''
Ay, Padre, no me riña
si me propaso,
que las mozas de hoy día
no usan refajo.
''
Y si lo gastan,
es por alzar pendones
bajo las sábana.
''
Me dijeron que un día,
con mil dolores,
mi flor yo perdería
debajo un hombre.
''
No lo discuto:
lo que he perdido en flores
gano en capullos.
''
Y después me dijeron
las pelanduscas
que también con el dedo
ríe la chufa.
''
¡Anda, lagartas,
que el dedo más gracioso
mide una cuarta!
''
Entre tanto consejo
de hambre arrasada,
yo probé en mi puchero
todas las habas.
''
Y desde entonces,
almuerzo lo que ellas
nunca se comen.
''
Ahora me dicen guarra
las mojigatas
que dejan a los hombres
matarse a pajas.
''
Y yo les digo
que más guarro es dejarse
que pique el higo.
''
Ay, Padre, no me riña,
no me regañe,
que en cuestión de picores
todo es rascarse.
''
Que el comecome
se cura con ungüento
de breva doble.
''
No se me haga el orejas,
¿eh, Padre Anselmo?
que usted comulga panes
que yo le horneo...

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(*) Sección de mujeres del partido fascista Falange Española

(1)El general y dictador fascista F. Franco

(2)Idem

(3)Idem

(4)Idem

(5)Idem

(6)Alusión al 20 de noviembre en que murió el dictador fascista

(7)Militante fascista de Falange Española

(8) El general y dictador fascista F. Franco


(continuará


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Las ilustraciones se las hemos puesto nosotros tomadas de: