sábado, 30 de diciembre de 2006

José Ángel Hernández Sánchez: Entre el Montsant i la serra de Prades i No extrañéis

por José Ángel Hernández Sánchez

L'ombra de l'ametller, acollidora,
entre el Montsant i la serra de Prades,
rep les aromes, la llum de l'aurora
(lámines de metall acrisolades)

Aquesta pau en va mostrant alhora
nens dels pobles, camins i matinades,
pedra roja i remor d'un bosc que ignora
com avancen agulles imposades.

M'heu descobert, companys, d'altres paisatges
que no s'bren al sol, sinó als meus passos
(entrepá compartit, subtils llenguatges

de versos que són fets, d'amics capaços
d'esser quan cal que hi siguin) amb imatges
d'adéus, d'absencies... En porto aquests llaços.

José Angel Hernández Sánchez

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No extrañéis

"No extrañéis dulces amigos
que está mi frente arrugada (*);
viví en guerra con los hombres
pro la paz de mis entrañas.

Con los que de cardenillo
tiene las venas pobladas,
que bostezan mientras muere
la otra España, sin mañana.

Desigual lid de Quijano,
despiadada, mi Mairena,
que caminar con los pobres
segó las más finas velas.

José Ángel Hernández Sánchez
(*) Antonio Machado

(POEMAS APARECIDOS EN LA PÁGINA 44 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' Nº 5, JULIO DE 1996)

José Mª Amigo Zamorano: Cuento con epílogo


por José Mª Amigo Zamorano

En la cima de la vida, la muerte,
compañera inseparable,
canta desplegando su negro confalón
para desesperación del Oropel.


Érase una vez una avecilla que decidió pintar de oro sus trinos para que no se perdieran en el Viento, inutilmente.

Cada vez que trinaba salían de su piquito hebras del fino metal (bueno, algún que otro coagulillo amoratado o sanguinolento distorsionaba, enriqueciéndola, la obra del sensible trinador)

--No siempre es uno genio -se decía complacida.

--Además -añadía- sería muy aburrido.
A veces paraba para ver su obra y exclamaba:

--¡Qué bien canto! Esplendentes reflejos cortados por los colores morado y sangriento de los coagulillos adulaban al creador.
Fue pasando el tiempo: tiempo inexorable, tiempo inmisericorde, tiempo cruel. Y con ese transcurrir del tiempo las hebras aumentaron hasta llegar al techo... Y cansada, enredada en su propia labor, y taponada la entrada, se asfixió.

Y dicen que camino del camposanto al Silencio se encontró y que Él no le dijo y que Ella nada le contestó.

EPÍLOGO:
A la primavera siguiente otra avecilla anidó muy cerca de ese lugar... Y este es el cuento de nunca acabar.


('Caminar recordando' a Eugenio Cabo López, lector impenitente, amigo de la biblioteca y de la revista (a cuya composición ayudó en numerosas ocasiones) donador de libros que se nos fue con el frío y la nieve para siempre, definitivamente ¡descansa en paz, amigo Eugenio!)


(ESTE texto APARECE EN LA CONTRAPORTADA DEL NÚMERO 5 (julio de 1996) DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO')

viernes, 29 de diciembre de 2006

José-Angel Hernández Sánchez

Otra nota de Internet:

4 JOSÉ-ÁNGEL HERNÁNDEZ SÁNCHEZ (Lumbrales, Salamanca, 1964). Es maestro de educación infantil y primaria. Es colaborador de las revistas 'Caminar Conociendo' y El Cobaya. Es miembro fundador de la Tertulia de Poesía Mediona 15 de Tarragona.

Reproduciremos sus colaboraciones si las encontramos.

FERNANDO PESSOA: el judío de Lisboa


Fernando Pessoa: el judío de Lisboa

Por ANTONIO JOSÉ ESCUDERO RÍOS y JOAOUÍN LLEDÓ

En realidad no hay en Fernando Pessoa un problema específico relacionado con lo judío. Lo que hay en Pessoa es, simplemente, un problema de identidad, semejante al de cualquier otro ciudadano, sea éste judío o no, pero elevado en el caso del poeta a la quintaesencia. "Todos tenemos dos vidas: la verdadera, que es la que soñamos en la infancia, y que continuamos soñando cuando adultos, en un sustrato de niebla; la falsa, que es la que vivimos en la convivencia con los otros, que es la práctica, la útil, aquella en la que acaban por meternos en el ataúd", decía Álvaro Campos, uno de los heterónimos de Pessoa. Pero, si el problema central es la identidad, también es cierto que, en este conflicto del autor consigo mismo, el judaísmo ocupa un lugar muy importante.

Hebreo por unos orígenes de los que, aparentemente, se sentía orgulloso, el hombre que llegó a decir al final de su irritante prólogo al libro de Eliézer Kamenezky, Alma errante. "Ningún judío sería capaz de escribir este prefacio", había sido acusado de judío en un panfleto antisemita publicado años antes...

A Invasdo dos judeos, de Mario Saa fue publicado en 1924, es decir, cuando el poeta tenía 36 años, y lo curioso es que su autor, conocido antisemita, formaba parte del grupo de Orpheu y era incluso colaborador de Athena, la revista que Fernando Pessoa había fundado ese mismo año. Y es precisamente el hecho de que Saa continuara escribiendo en esta revista tras la publicación del panfleto, lo que ha hecho pensar a algunos que el propio Pessoa, amigo de las provocaciones, había sido, al menos de alguna manera, cómplice. No hay que olvidar que en La Invasión de los Judíos, Mario Saa decía textualmente refiriéndose a Pessoa: "Sancho Pessoa, natural de Montemor-o-Velho, estuvo preso en la Inquisición de Coimbra y fue condenado a la confiscación por judío militante en 1706 (proceso en la Torre do Tombo no 9.478); se desplazó después a Fundáo, donde se casó por tercera vez, dando origen a los Pessoa de Amorim, a la familia del periodista Alfredo de Cunha, y más directamente a Fernando Pessoa, que es descendiente suyo por línea viril. A Fernando Pessoa le vemos como una silueta femenina y trémula, ajustándose los quevedos, meditando y actuando. Le vemos fisionómicamente hebreo, con tendencias astrológicas y ocultistas, un verdadero sacerdote del Talmud prudente, cauteloso, tímido, disimulador de sus intenciones, que no desmiente la agitación temerosa que debería haber dominado a aquellos antepasados suyos del gueto. Se diría que pesan en sus hombros todas las preocupaciones de Israel, los angustiosos recelos de la multitud acorralada en el gueto. De ese mismo pavor se resiente todo su pensamiento y literatura: está lleno de pequeñitos recelos y, bueno, también de pequeñitas osadías. Es tímido y de ahí las audacias naturales de los tímidos. Se lanza y se oculta, se esconde y prepara nuevos lances; ¡es una verdadera linterna sorda!, es decir una linterna que oculta la llama sin apagarla. Todo ello se revela en sus innumerables pseudónimos, en los que tiene y en los que habrá que tener... Y en los que no se sabe que tiene".

En La vida plural de Fernando Pessoa, Ángel Crespo subraya a este propósito que, si bien es cierto que sobre el origen hebreo del quinto abuelo del poeta no hay ninguna duda, llegar a decir, como hace Saa, que el tal antepasado era astrólogo, ocultista y salmista, parece una de esas bromas a las que era tan aficionado el propio Pessoa. Y dice Crespo: "Al final Saa parece ceder a su admiración por Pessoa y escribe: `Dirige últimamente una revista literaria a la que llama Athena, ¡la cual pretende ser un órgano de la literatura clásica. Los hechos, sin embargo, parecen desmentir las intenciones. No olvidemos que, en la Antigüedad, los hebreos de Alejandría crearon allí una escuela literaria judeo-helénica que pretendía expresarse en ritmos griegos. Filón, judío, era su más alto representante. ¡Y tal vez hoy mismo Fernando Pessoa sea el representante en la tierra del judío Filón!". Comparar al poeta nada menos que con Filón de Alejandría, más que un reconocimiento de sus méritos intelectuales, parece ser un acto de propaganda. Y es que lo que dice Saa (por cierto un personaje misterioso del que poco o nada se sabe) se parece demasiado, tanto por el contenido como por el estilo, a lo que unos heterónimos dicen de otros... Y del mismo Pessoa.

¿Habría que deducir de todo esto que el propio Pessoa colaboró en la redacción del panfleto, al menos en la parte que le concernía? ¿Quién puede saberlo? Lo que sí sabemos es que Pessoa escribió de su propia mano ese prólogo al libro del judío ruso Eliezer Kamenezky que ya hemos calificado como irritante. En este prefacio, escrito en 1932 -es decir, ocho años después de la aparición de La invasión de los judío.-- , Pessoa se preocupa por liberar tanto a la masonería y a los rosacruces que él admira, como al igualitarismo, que él detesta, de ser fenómenos creados e impulsados por lo que en la época se llamaba la conspiración judía, empeñándose tenazmente en demostrar los orígenes y el desarrollo de estos tres fenómenos en el seno del cristianismo (es decir, dentro de aquello que el mismo Pessoa consideraba el pensamiento "específicamente" occidental). El problema es que en su afán de demostrar sus tesis, Pessoa termina diciendo: "que toda la literatura judía, de la mejor a la peor, es esencialmente desordenada y difusa. No hay construcción en el conjunto ni precisión en la frase. Ningún judío, por gran poeta que fuese, sería capaz de escribir una composición que contuviese, implícita o explícitamente, el profundo movimiento lógico -estrofa, épodo- de la oda griega. Ningún judío, por gran poeta que fuese, sería capaz de escribir como Esquilo: `el infinito sonreír de las ondas del mar".¿Cómo hay que interpretar estas frases...? ¿Como otra más de esas divagaciones, muchas veces incoherentes, sobre las supuestas afinidades intelectuales o morales de este o aquel pueblo a las que tan aficionado era el poeta? ¿O como una de sus características e irónicas bromas...? De todas maneras, y sea como sea, es evidente que, desde la alta perspectiva en la que se sitúa (en realidad -como veremos más tarde- inubicable), Pessoa no siente tanto la necesidad de hacer desaparecer a ese judío que de una manera o de otra le persigue, como la de hacer desaparecer a ese empleado de oficina que pasa sus jornadas redactando cartas comerciales en inglés y al que el poeta acabará asesinando de cirrosis...

Y será la lenta, despiadada, solitaria y terrorífica agonía de este modesto empleado la que, haciéndole producir sus más terribles versos, dará al poeta esa gloria nacional que él soñaba para su Supra Camoens de manera tan delirante, a través de todos esos textos en los que anuncia o prepara le llegada del Salvador, o sea el regreso del mítico rey don Sebastián.

Los exégetas cristianos, pero también la moderna tradición judía, nos han acostumbrado a considerar el mesianismo como una característica esencial del judaísmo. Desde ese punto de vista, quieren ver en la espera de Pessoa reminiscencias judaicas. La cosa no es evidente, porque en realidad el poeta está entregado -esperpénticas declaraciones a favor de ésta o aquella dictadura aparte- a un desmembramiento, que es intento desesperado de acceder a través de un sacrificio que el mismo Pessoa estaría obligado a denominar crítico, a la mismísima divinidad, y no a una espera de un acontecimiento histórico vinculado con un pueblo real o imaginario.

Y es que en Pessoa todo es confusión, desgarro, imposibilidad de ser. Por ejemplo, su desesperado intento de ubicarse en esa corriente que él llama neopaganismo y de la que dice estar profundamente enamorado. Sólo dibuja en realidad la sombra terrorífica de una carencia esencial. "La Naturaleza es parte sin un todo", dice Ricardo Reis en el segundo prefacio a El guardador de rebaños, la obra fundamental de otro de los heterónimos del poeta, Caeiro. Y de esta frase como todas las de Pessoa, pretendiendo expresar el gozo pagano de una experiencia sin posibilidades de totalización, lo que nos deja ver en realidad es el drama de un sujeto que pretende desesperadamente encontrar el centro absoluto sin poder llegar a ser otra cosa que un "todo rodeado de nada'. Y no importa que el poeta, autocastrando su sueño, pretenda arrancarse uno tras otro los párpados que le velan el acceso a la realidad "natural", porque en este febril arrancar de pétalos con el que pretende recuperar el paisaje, "última tierra prometida" -y a pesar de que el propio Pessoa diga una y otra vez que un estado de alma es un paisaje-, lo que queda es sólo una tormenta de elementos furiosos y desordenados en que todo, salvo quizás la poesía, se diluye y desaparece. Sólo quedan fragmentos, personajes de un drama que no es otra cosa que el drama de la desesperación.

Como en uno de los ritos masónicos que tanto le fascinaron, pero en cuya realidad siempre se negó a participar, una y otra vez siempre se escucha la misma pregunta: "¿Sois poeta?", e invariablemente la misma respuesta: "Por tal me reconocen los otros poetas". Y esa logia ilocalizable en la que Pessoa instala a "sus" poetas para que celebren el juicio de sus casi imposibles semejantes es, en realidad, templo de arquitectura cubista en el que todas las perspectivas y todos los ángulos se confunden en un mismo punto geométrico, misterioso y ausente del peristilo que delimita el drama.

"Para crear me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando varias piezas...", dice Bernardo Soares, otro de los heterónimos de Pessoa. Pero en realidad es que todos estos poetas, personajes pretendiendo ser "exteriores" aún en lo más íntimo, simulando ser observadores de lo que acontece fuera de ellos, sólo pueden ver una cosa: el incesante desprenderse de esa carne con la que unos intentan configurar la silueta de los otros y, pese al esfuerzo de todos ellos, el lento emerger de ese esqueleto que se desmorona sin llegar a encontrar ese vocablo misterioso que les hacía auténticamente soberanos de su propia experiencia."

La vida oscila como un péndulo, y esta oscilación en un sentido exige, para que la vida no se detenga, una similar oscilación en el sentido inverso", dice Pessoa en el prólogo al libro de Kamenezky. De la misma manera es evidente que la creación ininterrumpida de heterónimos no es sino esa desesperada búsqueda de unicidad. Unidad que Pessoa no consigue atrapar nunca, ya que hasta la más pequeña de las cualidades que pudieran permitirle diferenciarse del caos que en todo momento amenaza devorarle, se transforma para él en impersonal y gris ceniza ocultándole ese volcán que intuye, pero al que no le será posible acceder más que desapareciendo. El problema es que todo el resto, incluso la paciente obra creada no son, como la famosa sandalia de Empédocles, sino rastros de la penosa ascensión. Ni más allá ni más acá existe nada. Sólo es real ese abismo.Todo el resto es mentira. Y esto es evidente en la ingente obra prosística del poeta. Vanos intentos de convencerse de teorías y especulaciones a propósito de una realidad o quehacer poético, disfrazándose una y otra vez con la piel del contrario, o al menos intentándolo para, en definitiva, no conseguir otra cosa que ese agujero insondable del que mana sin cesar esa lava arrolladora que lentamente y como si ella sí obedeciese a las estrictas reglas de ese plano perdido, va a ir depositándose y transformándose en la efigie de ese Supra-Camoens que cualquier transeúnte no advertido confundiría con la imagen de no importa qué melancólico oficinista de los innumerables que pululan por la vieja ciudad de Lisboa.

Dice Borges, quien debe comprenderle bien, pues se dedicó durante su vida a la misma tarea: "Acaso no pensaste nunca en tu sitio en la historia de la literatura... Escribiste para ti, no para la fama...". Evidentemente esta frase de Borges debe leerse como algunos de los mensajes de Leonardo en un espejo que invierta totalmente los términos ya que, tanto el argentino como el portugués, no hicieron otra cosa durante toda su vida que intentar acceder a ese paraíso al que, siglo tras siglo, van a parar un reducido número de escritores que configuran, como los heterónimos que uno y otro tanto amaron, la imposible silueta del único y eterno creador de todo fabulación y de toda quimera.

Volvemos otra vez y finalmente a recordar a Pessoa, "mezcla de hidalgos y judíos" y precisamente como bronce y muerta estatua, como le conmemora, sentado a la puerta de la `Brasileira", la necrofilia del Ministerio de turno para consumo fotográfico de los turistas, sino siempre vivo, tímido y lejano, como nos lo cantan sus versos...


"Siempre el misterio de lo hondo tan verdadero
siempre esto o siempre otra cosa, o ni una cosa ni otra:".



Antonio J. Escudero Ríos y Joaquín Lledó



('Caminar conociendo', revista de la Biblioteca Pública Municipal. Las Navas del Marqués. No 4. Mayo 1995.)

Miguel Delibes

En un estudio sobre Miguel Delibes, también se cita a 'Caminar conociendo':

"En Caminar Conociendo, Ávila, 1997."

Trataremos de encontrar el artículo.

Luis Felipe Comendador / José Luis Morante Martín

En la bibliografía sobre Luis Felipe Comendador aparece en Internet esta nota:

Morante Martín, José Luis. «Poesía de los noventa: Luis Felipe Comendador, un poeta del desencanto». Caminar conociendo, nº 6 (Las Navas del Marqués). Julio de 1997.


Cuando tengamos el artículo lo colgaremos en este blog.

Manuel Blanco Chivite (*): 'Novela negra para jóvenes'


Por Manuel Blanco Chivite (*)

En principio, la novela negra y la novela policíaca en general, aun cuando se concibieron como mero entretenimiento, no se pensó que pudiese estar dirigida específicamente a un público juvenil.


Sin embargo, muchos de los que hoy nos consideramos apasionados o asiduos lectores de este tipo de libros, adquirimos tal afición o inclinación en nuestros primeros años de adolescencia y juventud. En tal periodo descubrimos a Edgar Poe, Conan Doyle, a Agatha Christie, a Edgar Wallace, a Dashiell Hammet, a Ellery Queen, a Raymond Chandler... No eran obras que se conceptuasen como “juveniles”; no obstante, resultaban, al menos en mi opinión, bastante más interesantes y atractivas que las oficialmente dirigidas a los jóvenes. Desde luego, el asesinato, la corrupción, el gangsterismo y la seca brutalidad presentes en muchos de esos libros parecían no hacerlos muy recomendables para quienes, curiosos e inquietos, desdeñábamos la escasa literatura que se nos pretendía adjudicar y los convencionales tebeos de censuradas aventuras, y elegimos hacer nuestras primeras armas literarias con los autores citados.


Hoy en día, con el enorme auge de la industria editorial y los programas de estudio que obligan a leer esto o aquello, la oferta presente en las librerías se ha multiplicado. Y con ellas las posibilidades lectoras de los jóvenes.


Ya hace diez o doce años vimos en “Club Joven de Bruguera” seleccionados algunos relatos de Hammett, Chandler, Conan Doyle... En la actualidad, las versiones blandas de lo “negro” y el relato policial infantil y juvenil multiplican sus ediciones, títulos, autores y formatos.


Anaya, por ejemplo, tiene su “Espacio abierto”, dedicado sólo a autores y novelas policíacas dedicadas al público juvenil. En su catálogo, conocidos novelistas de serie negra emplean sus talentos y capacidades literarias al servicio de las nuevas generaciones emergentes. Así, encontramos ese Todos los detectives se llamaban Flanagan, firmada por Andréu Martín (el muy duro autor de Prótesis o Barcelona connection) y Jaume Ribera, o el Parecido SA, del argentino Juan Sasturain, autor de aquel estupendo Manual de Perdedores.


Parecido a Andréu Martín, plural y prolífica pluma, señalemos que, junto a títulos tan descarnados como los señalados, tiene también una vena nítidamente infantil, expresada en los títulos, cuatro ya, de la colección “Cuentos del sí”, que recogen las aventuras del “ Mago de Sí”.


También Anaya tiene recogidos algunos clásicos del género en “Tus libros policíacos”: Doyle, Leroux, Poe, Leblanc..., cuidadosamente editados con sus correspondientes estudios y documentación.


En “Austral Juvenil”, de Espasa, también han incluido libros de nuestro género de autores especializados. Editorial Molino, apadrinados por Alfred Hitchcoks, ofrece las innumerables aventuras de “Los tres investigadores”. En la colección “Gran Angular”, de Ediciones S.M., el prolífico Jaume Sierra i Fabra nos ofrece un buen puñado de títulos policíacos al gusto joven, al menos tal y como lo entiende S.M.


Y hasta Bernardo Atxaga, el vasco Premio Nacional de Literatura de hace unos años, nos brinda en la colección infantil “Marabierto”, de Ediciones “B”, su Ramuntxo detective.


Timun Mas Editorial, Edelvives y su “Ala Delta”, y otras muchas, publican también productos policíacos y de aventuras urbanas e intriga para la juventud.
El panorama, por lo tanto, ha cambiado. La temática policial y hasta “negra” tiene hoy su versión “ligh” o iniciática para niños y jóvenes, de la mano, a veces, de los autores más duros, a veces, en la pluma de escritores dedicados en exclusiva a la literatura juvenil e infantil.


De cualquier manera, lo importante es leer y, en particular, introducirse en ese ámbito literario, el de la novela policíaca y negra, que, pese a haber generado muchos malos títulos, ha constituido también uno de los géneros más característicos de nuestro tiempo, al que debemos no pocas de las obras maestras más críticas y corrosivas de la literatura del siglo XX.



Manuel Blanco Chivite, Madrid, abril de 1992
(Revista “Caminar conociendo”, número 0, año 1992)

__________
(*) M. Blanco Chivite, periodista, escritor y editor, condenado a muerte en los últimos juicios del franquismo de 1975, ha escrito novelas, ensayos y libros de viajes; a saber: Notas de prisión, De matar y de morir, Operación Mendi, Ciudad sangrienta, Trío de negras, Comunicados del Lobo; el primer libro biográfico dedicado a Vázquez Montalbán, Diario de Etiopía... Dirige la Editorial VOSA.


Agustín García Calvo (*): CUENTOS VIVOS


CUENTOS VIVOS

Por Agustín García Calvo (*)

Al pedirle a uno que hable de libros que, allá en su niñez y hasta mocedad, debieron darle muchos placeres o descubrimientos o riquezas, y diga uno, el que piense que más le diera, uno se queda un tanto perplejo y meditabundo. Porque en cosas de amor o de agradecimiento no se pueden dar primeros premios ni segundos, como en los concursos de bellezas o de obras literarias; no se puede decir “el que más...”, como hablando de levantadores de pesos o rascacielos.


Así, ¿qué va a hacer uno? Pues nada: lo que uno hace es dejarse hundir en sus recuerdos de aquellos que uno era y no era, ponerse a buscar entre esas aguas irisadas y brumosas, y dejarse, a ver cuál es el primer libro-pez o libro-alga con el que se encuentre.


Pues ¡ea!, estamos ya nadando entre las aguas, el primer pez, el primero que nos roce las antenas. ¿Cuál es? Era una serie de historias ilustradas, en dos tomos en linda tela, el primero parda, el segundo gris, con un grabado, impreso en colores y unos pocos colores, en las portadas, en la del primero, unos cuantos hombres que son las Fuerzas Vivas de algún pueblecillo acompañadas tal vez de un burro; en la del otro, un mozo abrazado por de fuera de una gran campana que voltea; y el titulo CUENTOS VIVOS, y encima, más pequeño, el nombre del autor, Apeles Mestres, que resulta ahora que era un dibujante catalán que tenía, sin embargo, el ingenio de contar cuentos.


¿Cómo los contaba? Se abren los libros, y en cada página de la derecha hay dos escenas dibujadas, una bajo otra, como a fina pluma, sobre un fondo verde-gris, y debajo de cada una, una o dos líneas diciendo lo que va pasando (en la página de la izquierda están impresos los mismos letreros seguramente, pero traducidos a otras dos o tres lenguas desconocidas y fascinantes).


¿Cuál era el encantamiento que los ha hecho quedar así vagando tan vivos entre las ondas del recuerdo? ¡Quién sabe! Pero aquellos trazos del dibujo, a veces punteados, rara vez rellenos de alguna mancha de blanco o negro, deben tener algo de culpa de que tantas de aquellas escenas (un muchacho al que un hombre corta en dos por la cintura con su espada y los trazos punteados de las tripas encaracoladas se combinan con la cabriola del muchacho en su brinco; aquel alfarero, con su ropita corta a lo griego antiguo, vociferando entre un ánfora alta y una chata, que va a acabar con la cabeza cogida entre ambas por obra de algún poeta despechado; y más y más escenas) han quedado prendidas con un recuerdo del hilo de sonrisa que las acompañaba durante largos años en los ojos y en la boca del niño o ya muchacho que una y otra vez las recorría.


¡Volviera a publicar alguien los CUENTOS VIVOS de Apeles Mestres, y resucitara aquellas risa y aquel vivo placer (instructivo sin duda, como los placeres verdaderos), aunque haya de ser en los ojos y las bocas de otros niños!



Agustín García Calvo
Estación de Las Navas del Marqués (3 de abril de 1992)

(RevistaCaminar conociendo”, número 0, año 1992)

(*) A. García Calvo es filólogo, lingüista, poeta, filósofo, profesor emérito de la Universidad de Madrid... Autor de numerosos libros, entre ellos: “De los números”, “Jenofonte”, “Canciones y soliloquios”, “Lalia”, Plauto”, “Del ritmo del lenguaje”, “Del tren”... Algunas de sus poesías han sido cantadas por Amancio Prada.

jueves, 28 de diciembre de 2006

ALOYSIUS BERTRAND: Mi bisabuelo

MI BISABUELO

Todo en aquella habitación seguía en el mismo estado,
excepto los tapices, que estaban hechos trizas,
y las arañas, que tejían sus telas entre el polvo.



WALTER SCOTT, Woodstock.


Los venerables personajes de la tapicería gótica, movida por el viento, se saludaron unos a otros y mi bisabuelo entró en la habitación. ¡Mi bisabuelo, muerto pronto hará ochenta años!


Ahí, fue ahí, en ese reclinatorio, en donde se arrodilló mi bisabuelo el Consejero, besando con su barba ese amarillo misal, abierto por donde señala esa cinta.


Masculló unas oraciones mientras duró la noche, sin descruzar ni por un momento los brazos de su muceta morada, sin desviar la mirada hacia mí, que soy su descendiente y que me hallaba acostado en su lecho, en su polvorienta cama con dosel.


Y reparé con espanto en que sus ojos estaban vacíos aun cuando pareciera que estaban leyendo; en que sus labios permanecían inmóviles, aunque yo le oyera rezar; en que sus dedos eran sólo huesos, pese a estar cubiertos de piedras preciosas.


Y yo me preguntaba si estaría despierto o dormido, si aquello era efecto de la palidez de la luna o de Lucifer, y si era medianoche o el despuntar del día...



(Tomado de la revista 'Caminar conociendo'. Traducción de Paz DÍEZ-TABOADA)

Karmelo Iribarren, un poeta donostiarra

Nos envían estos dos poemas de un poeta vasco, natural de San Sebastián que aparecieron en la revista 'Caminar conociendo' pero no se acuerdan del nombre. Saben, eso sí, que este poeta es de la misma línea que David González, el poeta de Gijón y de Wolf.

Tenía que ser así

Los has pensado muchas
veces, es verdad. Que
todo esto (vuestra vida
en común, el que estéis
así juntos), obedece
a un simple guiño del azar.
Que de no haber perdido
aquella noche el autobús,
nada tendrías que ver hoy
con esta historia. Lo has
pensado a menudo, es cierto.
Y, sin emabrgo, cuantas
más vueltas le das, menos
te lo imaginas de otra forma.



Lo peor, lo más triste

No sé si soy
feliz, si
"verdaderamente"
lo he sido
alguna vez;
Y a ti te ocurre
otro tanto,
me consta.
Pero no es esto lo peor.
Lo peor del caso,
lo más triste,
es que ya
ni siquiera
nos importa.




Juan González Soto: ENTRE DOS SOLEDADES

Entre dos soledades, la de la vida, la de la muerte.
La luz nace dentro, titila en su inquietud,
se mece en el vaivén de nuestros pasos.
El camino, ¿hacia qué huída se alarga?
¿desde dónde se acerca a mi su recorrido, su hilván?
Vivir ilumina mi camino,
me adentra en la sombra que me crece dentro,
me lleva a esa otra soledad con que nací.
El camino, su luz, yo lo poseo,
en mi dominio está. Lo que yo busco, lo llevo dentro.
El camino, su fin, no me sorprende,
también lo tengo. Nací con él, me crece dentro.
Entre dos soledades, la de la vida, la de la muerte. Y yo, en medio.

Juan González Soto

(Tomado de la revista 'Caminar conociendo')

miércoles, 27 de diciembre de 2006

David González: los anales de la barbarie

Rosaura es una vieja cigarrera.
Vivía sola en el tercero izquierda.
Apestaba siempre a una mezcla
de perfume barato meados sudor
humedad y tiempo estancado.

Fue Rosaura la que me compró
mi primera y única bicicleta.
Me llevó de la mano hasta
una tienda de deportes del centro
y, una vez allí, me dijo:

Escoge la que tu quieras.
La que más te guste.
No mires el precio.




Escogí una de las más caras que
había: una Peugeot de color amarillo.

Rosaura sale a la calle
a hacer los recados.
Los críos del barrio, mis amigos,
empiezan a emterse con ella.
La llaman de todo.
De puta para arriba.
Le lanzan escupitajos por la espalda.
Flemas de color verdes.

Yo, subido en la bici
que ella me ha regalado
observo toda la movida
pero no hago
NADA
Bueno. Algunas veces,
yo también la insulto.
Y una vez
una sola vez
también
le


escupí.


david gonzález


(aparecido en la revista 'caminar conociendo')

Paz DÍEZ-TABOADA


SCARBÓ

También a mí, en la noche, me visita el enano
Scarbó, que es el dueño de profusos tesoros.
Vive, como la Moura, bajo un camino oscuro
que ostenta en un extremo una cruz negra y vieja,
comida por la herrumbre.


Viene todas las noches para contar mis días,
para contar mis canas y contar sus presagios.
Su voz es el chirrido de los minutos ciegos
que forman el collar de las horas lejanas.


Deja caer despacio sus cuentas y monedas
que ruedan por angostas galerías, que saltan
a la calle, trazando un camino delgado
y húmedo por la baba de un gusano infinito,
como un hilo brillante.


Scarbó no me deja, no me abandona. Viene
y se apodera, ufano, de mantas y de sueños.
Ha prometido darme, a cambio de mis noches,
un lugar a la sombra donde olvidar el mundo.

Paz DÍEZ-TABOADA
(de 'Homenaje a Aloysius Bertrand', inédito. Aparecido el poema en la revista 'Caminar conociendo')

ALOYSIUS BERTRAND: Habitación gótica

LA HABITACIÓN GÓTICA

Nox et solitudo plenae sunt diabolo.
¡Por las noches, mi habitación se llena de diablos!

¡Oh! -murmuré yo a la noche-. La tierra es un cáliz perfumado cuyo pistilo y estambre son la luna y las estrellas.


Y con los ojos soñolientos cerré la ventana, que incrustó la cruz del calvario, negra, en la amarilla aureola de las vidrieras.

........................................


¡Si al menos sólo viniera el gnomo a medianoche -hora favorita de dragones y diablos- para emborracharse con el aceite de mi lámpara!


¡Si sólo acudiera la nodriza que, con un canto monótono, mece a un niño muerto antes de nacer, en la coraza de mi padre!


¡Si sólo fuera el esqueleto del lansquenete aprisionado en la madera y que da golpes con la frente, con el codo y con la rodilla!


¡Si sólo viniese mi antepasado, que baja de su cuadro carcomido y mete el guantelete en el agua bendita de la pila!


¡Pero el que viene es Scarbo, que me muerde en el cuello y que, para cauterizar mi herida que sangra, introduce en ella su dedo al rojo vivo!


Aloysius Bertrand


(Traducción de M. Paz Diez Taboada. Aparecido en la revista de la Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués, 'Caminar conociendo')

CAMINAR CONOCIENDO

Caminar conociendo... Una semblanza
del alma para siempre descubierta,
una canción recién despierta
donde anidan la paz y la confianza.

Caminar conociendo, esa esperanza
que todavía está a la vida abierta
de par en par, como invisible puerta
que abre surcos de luz en lontananza.

Caminar conociendo, singladura
que se ha abrazado a la literatura,
la que va reclamando sentimientos.

Las Navas del Marqués, canto serrano,
serenidad de tardes de verano...
Que no haya en tu revisat desalientos...

José L. Martín Cea
Valladolid. 1997

(Soneto aparecido en la revista 'Caminar conociendo')

martes, 26 de diciembre de 2006

'Caminar conociendo' de Neruda

Por eso te hablaré de estos dolores que quisiera apartar,

te obligaré a vivir una vez más entre sus quemaduras,

no para detenernos como en una estación, al partir,

ni tampoco para golpear con la frente la tierra,

ni para llenarnos el corazón con agua salada,

sino para caminar conociendo, para tocar la rectitud

con decisiones infinitamente cargadas de sentido,

para que la severidad sea una condición de la alegría, para

que así seamos invencibles.


Pablo Neruda (1950)

('La arena traicionada', Canto general)