sábado, 16 de mayo de 2009

De magreos, meneos y toqueteos; de la jodienda que no tiene enmienda -4- (*)

4ª: Nemesio Gualdrapa. 1969

Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2009/05/00259-manuscrito-a-monsenor-urbano-tallaferro-d.html

a) Descripción:

Nemesio era enjuto y macilento, como puesto de perfil, y gastaba siempre cortes de pelo a navaja, terno milrayas y pasador dorado en la corbata. No es valadí, monseñor, esta breve pincelada indumentaria, que tal vez no hubo nunca transportista tan coqueto, ni chofer tan maqueado, ni camionero con más plumas. Oriundo de un villorrio segoviano, hijo de rabanera y matapuercos, Nemesio cursó sus primeras letras al abrigo doctrinal de la Compañía, aunque pronto ahorcó cartillas y plumieres, y poco provecho le hicieron en su vida las rectas enseñannzas ignacianas.
En cambio, dejóle huella indeleble aquella anochecida en que su padre le llevó a conocer mujer, que salió de ella escaldado con el débil sexo, aunque arraigado para siempre en el temor de Dios. Contóme Nemesio que, al irse desnudando la mujerzuela, vio que ésta llevaba prendida entre la braga y el vientre una sobada estampa de Santa Úrsula -superticioso remedio contra preñeces intempestivas-, imagen que luego, colocada en la tosca mesilla, fue testigo mudo de su desvirgamiento.
Aterrado pasó Nemesio por tal trance y, desde entonces siente un profundo asco por el cuerpo femenino y una extraña mezcla de terror y arrobamiento hacia las sagradas estampas. Con ese miedo y una completa colección de imágenes, llegó el segoviano a la ciudad, hambriento de lecturas, caricias y experiencias.
Corrían años de irreverencia y desenfreno, y de la Francia casquivana llegaban emponzoñados aires de algarada y revuelta, si bien ya un poco agostados y un poco renqueantes.
Nemesio, entre ruta y ruta, se dejaba caer en sus días libres por facultades y cafetines donde se cocían los humos bastardos de la protesta, y poco a poco, entre libros y amiguitos, entre música embrutecida y diábolicas pócimas, fue recorriendo su peculiar camino de perdición. A tanto alcanzó su loco libertinaje, que llegó a cumplir tres años de presidio por blasfemia continuada en lugares públicos y reincidente desacato a la autoridad.
De poco sirvieron las colectas de sus novios para mercar amantes mecenarias que aplacasen la ira judicial; que jueces hubo, monseñor, que se prestaron a taloes coyundas y redujeron penas tras aliviar sus bajos. Pero no fue este el caso, y Nemesio ensanchó el ojo de sus lecturas en la trena con los libros que le enviara cierto conocido, baboso poetilla helenizante que perpetra hoy día sus escritos en el diario que dirije el esposo de Yovanna -Ah, Yovanna...- con más desparpajo que acierto.
Y desde presidio me envió Nemesio este sentido poema dedicado a su amigo, años después diputado de ideas populares que falleció de congestión retórica en plena arenga electoral, allá por Murcia.
/
b) Elegía a Rémulo Roger, con quien tanto dormía.

^
Ahora, Rémulo, que te mantienes
al margen de todo asunto mundano
quiero tenerte en este débil verso
que exige un confesor mas bien enano.
^
Ha de servir de penitencia el dístico
que concibe una culpa inmaculada,
y escrito a ratos más o menos místicos
brotóme el cantar en música sagrada.
^
Yo, que ayer estudiaba en el Colegio
Mayor del Jesuita Rimas Humanas
,
traidores, mártires e inconfesados
verbos latinos de la edad dorada
^
yo, que ayer divulgaba otros poemas
por la onda inconfundible de la radio
cuando el suave reposo de un taquímetro
lascivo acosaba como el rayo
^
yo, que hablé de Jaime a todas las reinas
que cruzaron cautivas por mi noche,
que lloré a Federico en grave alejandrino
ante la Benemérita con escaso derroche
^
yo quiero ahora, Rémulo, 'regresarte y no puedo'
(... cantaba así el bolero que nos gustaba oír)
^
Aprieto el tiempo ingenuo
entre unas manos líquidas
y sólo así mantengo
tu pensamiento erecto
desamordazando los vinos
furiosos del kilometraje,
la dentellada en marcha,
tormentas turbulentas
sin freno ni aun embrague
... y el cáliz clandestino
que engullo en tu pronombre.
^
He hablado de tí, Rémulo, en cada ágora
taberna o antro de luz roja en carretera
y si pr Madrid paro, voy a lo de Villena.
/
_____
(*)Las imágnes son tomadas de: http://bajoelsignodelibra.blogspot.com/
*
(continuará

jueves, 14 de mayo de 2009

De magreos, meneos y toqueteos; de la jodienda que no tiene enmienda -3- (*)

3ª: Genicio Bustamante. 1944


Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2009/05/00258-manuscrito-a-monsenor-urbano-tallaferro-c.html

a) Descripción:

A Genicio, monseñor, le detuvieron en Roxy el día del estreno de 'Raza' (1), allá por el 42. ¡Qué tiempos aquellos, cuando aún la madre Iglesia gobernaba los destinos espirituales de la feligresía, y tenía voz, y tenía veto a la hora de podar cristianamente besuqueos o musleríos en las sórdidas películas que de allende los mares arribaban: oscuras tentaciones con que el Altísimo ponía a prueba nuestra acendrada fe. ¡Ah, monseñor! Qué de veces no habré yo discutido acaloradamente la sutil extensión de la falda en otros tiempos, defendiendo la casta rodilla descubierta antes que el taimado embozo que la celaba, prometiendo así quién sabe qué delicias femeniles, más lúbricas si cabe por cuanto imaginadas... Ay, monseñor, aquellos topolinos...
Pero volvamos al caso.
Genicio, Genicio Bustamante, era natural de Susañe del Sil, de la remota comarca de El Bierzo (2). Miope a pierna suelta, gastrónomo aficionado y gran degustador de botillo -de cuya sabrosa historia alcanzó a pergeñar algún que otro opúsculo-, formó cuadrilla en su mocedad al calor de una agrupación que abogaba por la independencia del valle, 'Nación Berciana' (3), escuálida hermandad que finó sus días con la caída de la infausta República, y acarreó a Genicio algunos sinsabores cuando se pasó al bando nacional (4).
Acabada la guerra, sentó plaza como sereno, y sereno fue de oficio y beneficio, que en todos mis años de prédica y rosario no me topé yo nunca con alguien que tan gustosamente acompasara la labor y el solaz. Genicio, monseñor, y perdone la llaneza, era un mirón y un pajero.
La chiquillería del barrio le llamaba el tío Gayolas y creame que ese execrable vicio amanuense alcanzaba en el berciano cotas insospechadas, acechando a parejitas sin carabina que se achuchaban contra las tapias o espiando la obligada coyunda procreativa de los castos matrimonios que habitaban sótanos y bajos.
¡Qué Genicio este! Con una galopante miopía que apenas le dejaba distinguir una niebla de murmullos de un magreo, pero con unas entenderas tan descabaladas y rijosas que en poco se le daba a él esta mengua de la vista. De ahí, monseñor, que prefiriera la noche de los cines a la real, mucho más fría y laboriosa, y que anduviese el perdulario por todas las matinales al objeto de tocamientos y gemidos lujuriosos.
Pero el Señor todo lo ve, y a todos compensa y castiga; y aquella mañana de febrero halló Genicio la horma de su zapato, porque la mozuela espiada que eligió el pajillero no era otra que Secundina, su hija mayor, muy procaz y verdulera, por cierto. El escándalo fue mayúsculo, y a Genicio le pillaron dos guindillas en paños menores: ni tiempo de subirse el pantalón.
Salió en la prensa al día siguiente, monseñor. Por ahí debe andar el recorte, junto con otros tímidos versos como éstos que le envío.

b) Susañe Soñada
_

Yo, Genicio Bustamante,
larga noche de mi edad
en esta villa fui vigilante.
_


Las noche y los días
pasaban con bondad.
El aire a pólvora olía.
_


¡Las once y sereno!
con cantadora voz decía
pendiente de sueño ajeno.
_


En mis huesos humedades.
De la soledad huía
al cobijo de los soportales.
_


¡Sereeenooo!
y rápidamente acudía
con el manojo de llaves.
_


¡Las doce y sereno!
De la noche oscura
conocí los jadeos.
_


Luces amarillas, tristes,
en las mullidas camas
la lujuria escondiste.
_


¡La una y sereno!
La soledad, mi pasión,
encendida por ruido ajeno.
_


¡Las dos y sereno!
Las humedades las limpiaba
con mi bordado pañuelo.
_


¡Las tres y sereno!
Bisbiseos me llamaban
de un portal dentro.
_


¡Las cuatro y sereno!
desde el balcón decía.
Su sueño era bueno.
_


¡Las cinco y sereno!
en diferentes balcones
sequé el blanco pañuelo.
_


¡Las seis y sereno!
como ratas huían
de los catres ajenos.
_


¡Las siete y sereno!
Alguna halló en mí
dulce consuelo.
_


¡Las ocho y sereno!
La mujer del que huyó
conmigo yació en el suelo.
_


¡Buenos días, vecinos!
-albor de claridades
y el sereno no ha dormido-
_


El propio lecho
me acoge. Mi mujer hace
lo que yo hice anoche.


(continuará
---------------
Pintura y comentario de la pintura de los hermanos Becquer. Bueno, el comentario es del poeta Gustavo Adolfo Becquer. La pintura de su hermano
__________
(1) 'Raza' película cuyo guión, dicen, fue hecho por el dictador F. Franco

(2) Comara de la provincia española de León que hace límite con Galicia

(3) No sabemos si habrá existido esa agrupación, pero es cierto que tieneunas características tan especiales que la hacen ni ser castellana ni gallega. Creemos que esa comarca es la cuna de un grupo musical 'Voces ceibes' muy galleguista.

(4) El 'Bando nacional' fue el que se sublevó en 1936 contra el régimenlegal de la República. Ese bando triunfó con el dictador citado a la cabeza.
(*) EL título es nuestro

miércoles, 13 de mayo de 2009

De magreos, meneos y toqueteos; de la jodienda que no tiene enmienda -2- (*)

2ª. Eufrasio Cascante. 1938


Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2009/05/00257-manuscrito-a-monsenor-urbano-tallaferro-b.html

a) Descripción:

Eufrasio, monseñor, con quien tanto porfié de cadencias y pies quebrados, me unía esa menesterosa sensibilidad del letraherido, del poeta en ciernes, al cual la fama de otros vates lo anega a veces en suspiros de impotencia, a veces en insanos arrebatos de ira, cuando no en el pútrido pozo de la envidia.
Compartíamos una misma devoción garcilasista y rendíamos tributo en aquellos líricos balbuceos a la sílaba contada y a la rima consonante, y solíamos enviarnos a escondidas nuestros versos en un mudo torneo literario que encendía los espíritus y templaba nuestra tendencia al alejandrino, que aunque en demasía plateresco y rimbombante, carecía de ese austero comedimiento castellano del endecasílabo, pináculo de la gloria de la métrica hispana.
Pero eso fue en los tiempos novicios de latines recitados, que luego los malos consejos y lo turbulento de la época enardecieron a mi amigo y lo empujaron hacia otras lecturas mucho menos provechosas.
Corrían los años treinta y, ya ordenado sacerdote, Eufrasio se entregó con denuedo al estudio minucioso del epistolario paulino, si bien no abandonó su querencia de bardo aficionado y frecuentó con demasía los mediocress versillos que medraban en aquellos años republicanos, ocurrencias de novadores jovenzuelos y arrogantes, muy rojos y ateos en su mayoría. Dadaismo, Ultraismo, Futurismo, Surrealismo... toda esa barahunda modernizante embutía mi fogoso amigo en sus versos, sin dejar por ello de profundizar la palabra de San Pablo y publicar muy eruditos trabajos en sesudas revistas de escasa tirada.
Recitaba de corrido Eufrasio largos párrafos de las epístolas, en especial de las primeras a Corintos y Tesalonicenses, aunque tras el inicio de la guerra, nuestro traslado a Burgos y su malograda operación de fimosis, comenzó a obsesionarse por cierto versículo, aquel que dice: '... no por la amputación corporal de la carne, sino con la circuncisión de Cristo'; Colosenses 2, II, como usted recordará, monseñor.
Obcecado, dábale vueltas y vueltas a las santas palabras mi atormentado amigo, y entendiéndolas torcidamente, dio en creer que lo que el cirujano marró podrían solventarlo su pericia y su fe.
Desde entonces, no cesaba de fatigarse el prepucio a cualquier hora para alcanzar la divina circunscisión paulina, y corrían rumores entre acólitos y monagos sobre si no serían purgaciones o ladillas, y que dónde y cómo habríalas adquirido.
Y con tanto manoseo, monseñor, contrajo Eufrasio fatalmente la nefanda depravación onanista, menos por vicio que por creencia, pues lo único que lograba con sus inocentes manejos eran obscenos desperdicios solitarios. ¡Qué lejos, amado padre, de la artesana concupiscencia de Genicio, otro de mis penitentes antologados!
Muchos fueron los poemas dedicados por Eufrasio a esta práctica degenerada. Con estas líneas le envío un ejemplo de los mismos de su época, que él denominaba, acaso cándidamente, vanguardismo de epístola mojada.

----------
b) Poema sin título

Con lascivia cadencia, cual hierofante infernal,
evocaba arcanos dictados oraculares,
codiciaba el espolón con gravedad saturnal
susurrando atávicos goces reverenciales.
^
Avivaba su espalda, planicie remansada
ofrendada a sacrificios blasfemos,
a liturgias perversas nunca holladas,
los reflejos azufrados de las tentaciones
augurando un ansiado ceremonial
propicio al hallazgo de la umbría oquedad,
gruta angosta entre sinuosas colinas
de lujuriante y misteriosa fronda.
^
Celaba esquivo ignotos deleites impíos,
hurtaba el frenesí de la serpiente...
mas el diabólico abismo al fin sucumbió
a los fieros embates
del voraz cartílago palpitante,
ingurgitado en su tensa plenitud hiriente.
^
Delirios arrebatados por un ritmo feroz
de lúbricos tamtames,
atravesados por el hierro ardiente
de la enajenación placentera
laceraban mi carne atormentada.
Astros erráticos,
cometas agónicos
se derretían en acantilados
de lava incandescente.
Se destilaba en la siniestra hondura
de las ciegas entrañas
una secreta linfa
abocada a la espuma del éxtasis.
^
Del impuro arrebato
emanó exuberante
entre ayes desmesurados
el fatítico licor.
^
Rota la ensoñación quejumbrosa
restregaba pecaminosamente
contra las sábanas que me cubrían
mi vientre pegajoso, anegado
de savia estéril, sin finalidad.



(continuará

___________

(*) Título e ilustraciones nuestros. La ilustración tomada de: http://bajoelsignodelibra.blogspot.com/

martes, 12 de mayo de 2009

De magreos, meneos y toqueteos; de la jodienda que no tiene enmienda -1- (*)

Manuscrito a Monseñor Urbano Tallaferro e Samosata
(título original)

Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2009/05/00256-anonimo-manuscrito-a-monsenor-urbano-tallaferro-a.html

Haciendo limpieza de papeles nos hemos encontrado estos textos que, posiblemente, alguien nos dejara para que los leyéramos y que, como tantos otros, han permanecido arrumbados en el rincón de los olvidos.
Parecen ser de algún principiante en la labor literaria, joven, además, pues trata del tema de la carne casi con clandestina veneración. Lo de joven lo decimos porque al principio se puede leer: 'Del poeta en ciernes, al cual la fama de otros vates lo anega a veces en suspiros de impotencia'.
Lo ponemos aquí por lo irreverente que quiere ser, por su sano anticlericalismo (un tanto tenue) entreverado de lujuriosa delectación. Tenemos que reconocer que no hay nada nuevo en esa necesidad de la carne en los clérigos para todo aquel que ha visto y ha oido; y menos ahora que hasta un presidente, que fue obispo, reconoce la debilidad del ser humano ante la atracción de la carne. Esa debilidad que a veces, muchas veces, se transforma en violación cuando no en asesinato. Es tan brutal que hasta el refrán lo reconocé así: 'Cuando las ganas de joder aprietan ni a los vivos ni a los muertos se respeta'. De eso saben mucho los esclavos que llevaron los negreros a América. Y los indios. En fin...
Lo pondremos como anónimo. Si alguno lo leyere y reconociere que es suyo le pondríamos su nombre. O si demuestra que es suyo y quiere que lo quitemos, obedeceros sus deseo. Mientras tanto quedará este 'Manuscrito a Monseñor Urbano Tallaferro e Samosata' como anónimo para elogio o crítica de los 'letraheridos' que se adentren por estos negros y africanos lugares.
*Comencemos:
Monseñor Urbano Tallaferro e Samosata
Nuncio Apostólico de Su Santidad en España
Pza. Callao, 12, ático 2ª
28003 - Madrid
Estimado señor:
Haciendo inventario y recopilando los papeles que mi tío dejó a su muerte, encontramos este manuscrito, ya preparado para serle enviado a su reverendísima.
Como desde hace años conozco la amistad que les unía, quise cumplir esta voluntad última de mi tío Anselmo y por mensajería urgente le mando el original completo a portes debidos, dado que mi familiar apenas legó bienes monetarios.
Le ruego encarecidamente que se haga cargo del costo del envío, y rece algún padrenuestro por el alma del finado, a quien, según tengo entendido, tanto cariño profesaba.
Reciba atenta salutación de
Iván Orozco Isleta
*LIBRO DE VOLUPTUOSIDADES
Compilado por el padre Anselmo Isleta Carantoña (1905-1996),
que en reposada y merecida paz descanse y en gloria permanezca
______
Partes:
1ª: Dedicatoria del padre Anselmo Isleta Carantoña
*
2ª. Eufrasio Cascante. 1938
a) Descripción
b) Sin título
*
3ª: Genicio Bustamante. 1944
a) Descripción
b) Susañe Soñada
*
4ª: Nemesio Gualdrapa. 1969
a) Descripción
b) Elegía a Rémulo Roger, con quien tanto dormía
*
5ª: Brígida Vistalegre. 1977
a) Descripción
b) Coplas a la suerte de folgarse
*
6ª: Yovanna Carvajal. 1981
a) Descripción
b) 1. árbol o hierba; 2. Las dos miradas; 3. Bocarriba
*
7ª: Obdulia Prieto. 1990
a) Descripción
b) Epístola carnal a un párroco
*
8ª: Afrodisio Palomeque. 1995
a) Descripción
b) Ordeñar en domingo -Liturgia de la leche-
*
9ª: Palabras finales de don Anselmo
----------
1ª: Dedicatoria del padre Anselmo Isleta Carantoña

Puesto ya el pie en el estribo, monseñor, y viviendo menos por gana que por costumbre, me decido a enviarle este librillo singular, si un tanto escandaloso de motivos, sincero y cordial en su factura, que poco puede pedírsele ya a un libro.
Usted sobradamente conoce, padre, el cariño que siempre he dispensado al arte poética desde mis años mozos, y esta humilde crestomatía no es más que la prueba de ese amor y la confirmación de una atrevida costumbre que he mantenido a lo largo de mi labor pastoral, siempre en secreto y siempre con estéticas miras.
El hecho es que desde mi ordenamiento, di en pedir a cada uno de mis confesantes la escritura de un poema referido a sus pecados, uniendo a la usual penitencia esta modesta innovación, que buscaba fomentar en mis feligreses el arrepentimiento y la enmienda como la destreza literaria.
Huelga explicar la elección de la lujuria como pecado argumental, que las mayores desgracias son tan llevadas como traídas por esa desaforada flaqueza humana.
No hay excusa posible, es cierto, monseñor, a este loco divertimento de un pobre cura, aunque llegado ya a estas alturas de mi edad, digo yo que el Señor sabrá cómo comprender y perdonar, que poemas son al cabo y confesiones.
Lee pido igualmente, amado padre, su perdón y condescendencia, y rogando por su alma benemérita, beso sus pies humildemente.
(continuará)
__________

(*) Este título se lo hemos puesto nosotros. Los ilustraciones también