martes, 16 de enero de 2007

Joaquín Lledó: El curso de la sombra

INICIAMOS UNA NUEVA SECCIÓN CON ESTE TÍTULO EN EL QUE PERIÓDICAMENTE DAREMOS CUENTA DE LIBROS Y REVISTAS QUE VAYAN ENTRANDO EN NUESTRA BIBLIOTECA CON PREFERENCIA DONADOS O QUE HAYAN PUBLICADO LOS COLABORADORES Y AMIGOS NUESTROS.

Título: El curso de la sombra
Autor/a: Mª Paz Díez-Taboada
Premio Ciudad de Alcorcón de Poesía
Escritores del jurado: Blanca Andreu, Félix Grande, Antonio Alvarez Solís

Por Joaquín Lledo

Sin conseguir llegar nunca a olvidar totalmente, solo recordamos que en la memoria viven tinieblas sin medidas. Cada vez que nos erguimos intentando recordar (u olvidar que en definitiva viene a ser lo mismo) creamos un gnomo del que mana impetuoso ese hilillo de sombra que alimenta el acéano de las tinieblas. Y es quizás por eso por lo que en el libro de Mª Paz Díez-Taboada, 'El curso de la sombra', el sol es un octopus que se desliza por la bóveda celeste buscando el mar de finisterre, mas sin lograr otra cosa que ser devorado por las sombras en un orgiástico banquete que, en cada nuevo ocaso, tiñe el rojo lecho de negra tinta.



Pese a ello Mª Paz Díez-Taboada se afirma indómita en esa congoja que la hace trazar meridianos que son renglones de llanto, lindes de alojamiento triste de todo aquello que imaginábamos sólidamente clavado en la piedra pero que en realidad es solo arena que fluye con el correr de la sombras. De ahí a esa lidia con la memoria, esa lidia con palabras rescatadas al mar de la infancia, aprendidas de soslayo, misteriosas como aquellos raros naipes con los que, frente al gastado azogue, trazaba su imposible solitario la pálida sombra de la abuela, desaparecida hace ya mucho tiempo... pero que en realidad nunca llega a desapacer totalmente, pues es de ella, de esta abuela del relato, de donde manan esos hilos de plata que se van enredando en la negra cabellera de las tinieblas.



Y en ese asomarse al olvido, mas sin llegar nunca a alcanzarlo, la voz, al menos la auténtica voz, es decir aquella que utiliza la autora para este indómito y esencial lamento, es un fósil que duerme en las albas entrañas del opaco mármol. Mientras que allá, en lo alto, el sol es un ovillo enredado en sus propios dardos de fuego.


Joaquín Lledó es periodista, redactor jefe de la revista Album Letras Artes



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