martes, 9 de enero de 2007

Teresa Berenguer: ROMANCE de la NIÑA y el TORO

Por Teresa Berenguer

Ella nunca entendería
por qué quisieron matarlo.
Cuando le hablaron de fiesta,
pensó en su vestido blanco
y que al otro le pondrían
deiz cascabeles dorados
para que todos supieran
de su elegancia y su rango.
Cuando ella lo vio nacer,
tocó su pelo de raso
y un olor a mansedumbre
se extendió por el establo.
La niña le daba leche
en el cuenco de sus manos
y el becerro agradecido
lamía sus pies descalzos.
Ya no juega la zagala
con su muñeca de trapo,
ahora soltó sus trenzas
y, en su paseo diario,
cuenta sus cuitas al toro,
su gran amigo del prado.
Cuando le hablaron de fiesta,
ella pidió el mejor palco
y se adornó con claveles
y un par de pendientes largos.
Pronto suenan los timbales.
El silencio se hace el amo
volviendo tensos los rostros
hacia el toril sentenciado.
Sale, majestad y fuerza,
a la arena del cadalso.
La nobleza se da cita
con verdugos a caballo
y los capotes al vuelo
lo acosan por los costados.
El toro ya no confía,
se ha vuelto bravo
embistiendo con coraje
todo lo que halla a su paso,
se pide el cambio de tercio
y el torero engalanado
cambia la espada de broma
por el acero templado.
Saluda a la Presidencia,
marca unos medidos pasos
y cita al toro de lejos
con el estoque inclinado.
La niña que se da cuenta,
lanza al toro por su nombre
y el animal, ya sangrando,
olvida estoque y torero,
arrastra su cuerpo manso
y se detiene doliente
frente a su amiga de antaño.
Las lágrimas se hacen eco
del público emocionado
y hay bandadas de palomas
agitadas por mil brazos.
El torero pide gracia
para indultar al astado
y, cuando está concedida,
la niña corre a su lado.
Ella sola se lo lleva
por el pasillo empedrado.

(*)Teresa Berenguer es poetisa

APARECIDO ESTE ROMANCE EN LA PÁGINA 31 DEL NÚMERO 3 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'

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