jueves, 25 de enero de 2007

Felipe Juaristi: LA NOCHE DE LOS SUEÑOS (I)

NOCHE DE LOS SUEÑOS (I)

Por Felipe Juaristi

Veo un mar ancho, muy ancho, su corriente tranquila. Veo al fondo, a lo lejos, unos barcos que se balancean sobre el azul. La mañana es tranquila, apenas restos de la lluvia de la víspera. Por la orilla van paseando unas señoras muy mayores, algún joven; unos hombres van extendiendo algas sobre trozos de arena.
Me quedo quieta sentada sobre un banco frío. Me subo el cuello de la gabardina. Hay imágenes que se van sobreponiendo sobre las que veo en estos instantes, de otras veces que estuve en el mismo lugar y contemplando la misma escena, aunque de aquello hace tiempo.
El mar siempre me parece distinto, y quizá lo sea, porque sus aguas se renuevan continuamente. Solo nosotros los seres humanos, damos vueltas y más vueltas al pasado, como si fuésemos animales encadenados a una noria del tiempo. Miro la escena y es como si no la hubiera visto nunca. Hay tres hombres de cierta edad que buscan oro en la arena, con aparato metálico que produce un extraño aunque nada desagradable ruido. Parece que están acostumbrados a su trabajo, porque no se pierden en circunloquios e idas y venidas. El aparato chirría muy fuerte en un punto, cerca de donde estoy yo. Ríen y gritan de alegría, como si esperasen todo un tesoro que hubiera quedado enterrado y comienzan a cavar con unas pequeñas palas que llevan consigo.
Uno de ellos levanta una pulsera de oro, brilla mucho a estas horas de la mañana, cuando los rayos de sol apenas han comenzado a hacerse notar. Quizá haga calor un poco más tarde. El segundo lo veo bien, saca del agujero un objeto largo y que no relumbra tanto como el anterior. Parece de plata y tiene una esfera metálica como la de un reloj. Quizá sea un reloj que algún despistado dejó sobre la arena y luego cuando estalló la tormenta no se acordó de recogerlo.
El tercero enseña a los otros dos algo que es pequeño y esférico, pero destaca más que los otros objetos.
Lo introduce en uno de sus dedos. Y yo siempre sueño que es el anillo de casada que arrojé a esta misma orilla a la mañana siguiente de la boda, cuando me di cuenta que quien se había casado conmigo no me quería, ni me quiso nunca.

Felipe Juaristi Galdós


(Este relató onírico de Felipe Juaristi salió en la revista 'Caminar Conociendo' número 3 de mayo de 1994 en la página 38)


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Felipe Juaristi es uno de los nombres más representativos de la literatura vasca contemporánea. Fundador de las revistas Literatur Gazeta y Porrot es un escritor reconocido especialmente por su obra poética. A su primer libro de poemas Denbora, nostalgia (1985) le siguieron Hiriaren melankolia (1987) y Laino artean zelatari (1993). También es autor de libros como Ilargi lapurra (1994) y la novela Arinago duk haizea, Absalon (1990).
Para aquellos que podemos leer sus libros en euskera, Felipe Juaristi es un gran poeta que escribe con numerosas dudas y alguna que otra respuesta abandonada entre sus palabras, sobre lo que siente por los que como él, viven, aman y mueren en un paisaje cercano, tantas veces terrible, pocas veces amado, muchas sentido y odiado, y rara vez, como la belleza en sí, en armónico equilibrio, aceptado.
Para los lectores de poesía y para aquellos otros interesados en una voz que no responde a ninguna escuela o grupo más o menos definido, la publicación de otro libro, Geografía de las preguntas, que en su edición en euskera logró el Premio Euskadi de Literatura, supone la posibilidad de conocer por fin a un poeta original, motivado por el pensamiento y la emoción que emana de la palabra sencilla y madura, y que hablando de lo que conoce, como si de un juego de corte filosófico se tratara, plantea la lucha del hombre por ser quien es, con el pulso del poeta por lo que escribe.

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