lunes, 12 de febrero de 2007

ARSENIO LÓPEZ SÁNCHEZ: 'Configuración de la Villa' (B)


CONFIGURACIÓN DE LA VILLA (B)

Por Arsenio López Sánchez

En torno al año 1240, el territorio abulense pierde su carácter fronterizo para convertirse en zona de retaguardia, de modo que en previsión de nuevas incursiones militares y correrías devastadoras de pueblos y cosechas, se erigen fortificaciones y almenaras en los altozanos. El torreón del castillo de Las Navas muy bien pudo ser una torre-vigía levantada sobre un risco estratégico a cuyas ruinas se adosaría el resto del edificio en el siglo XVI. Su diseño y sillería muy rudimentaria, con algunas aberturas y troneras sobre la misma roca, denotan que es construcción muy anterior al castillo.

Fernando III el Santo (1217-1252), tras unificar los reinos de Castilla y León, promueve el avance sobre Andalucía y la repoblación del valle del Guadalquivir, lo que provocó la disminución de efectivos humanos y el descenso económico de algunas comarcas castellanas ante la atracción ejercida por las tierras andaluzas y, en consecuencia, la necesidad de poblar nuevas aldeas.

Su hijo Alfonso X (El Sabio) promulgó desde Segovia en 1256 la Carta Fuero de Ávila y de sus villas y aldeas, por la que otorgó privilegios, donaciones y exenciones tributarias al estamento eclesiástico y a los caballeros que participaron con sus cuadrillas en la reconquista de territorios. En 1275, teniendo el rey conocimiento de aldeas, ‘las quales eran menguadas de tierras y que no tenian cumplimiento para labrar sus panes’, encomendó a los abulenses Gil Blázquez Dávila de la casa de Villatoro, a Hernán Lián y a Don Iñigo, ‘que fuesen a poblar Las Navas de Ávila y repartiesen heredamientos donde pudiesen labrar, e hizieren merced a cada uno de lo que hubiere menester’ (Ariz, pag. 266).

De forma que, hasta finales del siglo XIII, no comienza a configurarse la aldea de Las Navas. La documentación de la Casa Ducal de Medinaceli recoge en 29 legajos datos suficientes para la historia de la Villa, desde 1290 hasta 1906, y señala que las concesiones de la carta-privilegio del rey Sabio se ordenaron guardar y cumplir en todo tiempo según cédulas reales de Fernando IV el Emplazado (1295-1312), Enrique II el Doliente (1390-1406) y Enrique IV el Impotente (1454-1474), concesiones que fueron confirmándose a través de la línea sucesoria de la Casa de Villafranca y Las Navas.

Sí podemos advertir cómo la convivencia vecinal entre repobladores serviría para trasmitir modos de vida, trasplantar costumbres y adoptar denominaciones locales. Los nombres Alijar y Atalaya, lugares de los alrededores, son de origen árabe y bien pudieron encontrarse en el lenguaje común de los repobladores, o imponerse por mozárabes en contacto con grupos musulmanes. En Las navas también encontramos topónimos como Pajareros, Regajo, Retuerta, Poveda y Fituero, que corresponden a pequeñas aldeas del valle del Duero y la Rioja, posibles lugares de procedencia de repobladores. Resulta curioso observar que los cuatro primeros aluden a hondonadas o vados abrigados del terreno y de fácil asentamiento, mientras que Fituero representa un punto estratégico de defensa y vigilancia.

Entre las cuadrillas repobladoras y caballeros abulenses que recibieron, además, villas y heredades por sus hechos de armas al servicio del rey, estuvo la de Esteban Domingo, quien en su escudo de armas hizo campear los trece roeles o bezantes que hoy figuran en la heráldica de Las Navas del Marqués.

Arsenio López Sánchez


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Bibliografía:

(1) Valdeón, J. (1982): Aproximación histórica a Castilla Y León. Ámbito, Valladolid.

(2) Ariz, L. (1607): Historia de las grandezas de Ávila. Martínez Grande, Alcalá de Henares. Edición facsímil de la Caja de Ahorros de Ávila, 1978.

(3) Carramolino, M. (1872): Historia de Ávila, su provincia y obispado. Librería Española, Madrid.

(4) González, J. (1974): La Extremadura castellana al mediar el siglo XIII. Hispania, pag. 127.

(5) Represa, A. (1983): El Pendón de Castilla. Ámbito, Valladolid.

ESTE ESCRITO APARECE EN LA REVISTA ‘Caminar Conociendo’, Nº 3, PÁG. 8. MAYO DE 1994

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