lunes, 19 de noviembre de 2012

Julio César Borromé: A relámpago puro


Julio César Borromé (Valera, Trujillo, 1972)

El poeta Iván Cruz (Ciudad de México, 1980) nos presenta una muy valiosa selección de poetas venezolanos de las últimas promociones, la poesía que se ha escrito durante el gobierno de Hugo Chávez. Asimismo nos ofrece una nota introductoria para acercarnos a esta importante tradición lírica.


A relámpago puro


Vivo en una parte del mundo

donde algo indestructible

aviva en los habitantes otros sueños

luz aire y golpes del corazón.


Quien sube al lomo del caballo

asalta temprano y prende fuego al silencio.

Quien sube a las comarcas

baja pájaro sabio y mediodía.

Quien alza la mano

pone un ladrillo de esperanza.

Quien junta colibríes

llena de victorias el aire.


Hacemos un país de urgencias

cada hombre va lejos

a escarbar la patria

como si ella quisiera hablarle de lo que nunca hollado.


Todo el que regresa

arde en su interior.

Los ojos han visto yéndose

en lo que aún no termina de abrazar.


Hay que asestarle una cuchillada a la historia

que sangre la mal contada

que se extienda la caída de los farsantes

que huyan a sus guaridas de cagatintas por encargo.


La aurora va creciendo por donde quiera

no hay tiempo para encogerse de hombros.

Ahora la calle

la construcción de la escuela

los libros en la plaza

la historia descampada

el camino andando a relámpago puro.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Pablo Neruda: Toqui Caupolican


En la cepa secreta del raulí
creció Caupolicán, torso y tormenta
y cuando hacia las armas invasoras
su pueblo dirigió,
anduvo el árbol,
anduvo el árbol duro de la patria.
Los invasores vieron el follaje
moverse en medio de la bruma verde,
las gruesas ramas y la vestidura
de innumerables hojas y amenazas,
el tronco terrenal hacerse pueblo,
las raíces salir del territorio.

Supieron que la hora había acudido 
al reloj de la vida y de la muerte. 

Otros árboles con él vinieron. 

Toda la raza de ramajes rojos,
todas las trenzas del dolor silvestre,
todo el nudo del odio en la madera.
Caupolicán, su máscara de lianas
levanta frente al invasor perdido:
no es la pintada pluma emperadora,
no es el trono de plantas olorosas,
no es el resplandeciente collar del sacerdote,
no es el guante ni el príncipe dorado:
es un rostro del bosque,
un mascarón de acacias arrasadas,
una figura rota por la lluvia,
una cabeza con enredaderas.
De Caupolicán el Toqui es la mirada
hundida, de universo montañoso,
los ojos implacables de la tierra,
y las mejillas del titán son muros
escalados por rayos y raíces.
__________
(*) Del 'Canto general', parte titulada 'Los libertadores'

viernes, 21 de septiembre de 2012

Pablo Neruda: LA GÜERRA (1936) (*)


España, envuelta en sueño, despertando 
como una cabellera con espigas, 
te vi nacer, tal vez entre las breñas 
y las tinieblas, labradora, 
levantarte entre las encinas y los montes 
y recorrer el aire con las venas abiertas. 
Pero te vi atacada en las esquinas 
por los antiguos bandoleros. Iban 
enmascarados, con sus cruces hechas 
de víboras, con los pies metidos 
en el glacial pantano de los muertos. 
Entonces vi tu cuerpo desprendido 
de matorrales, roto
sobre la arena encarnizada, abierto, 
sin mundo, aguijoneado en la agonía. 
Hasta hoy corre el agua de tus peñas 
entre los calabozos, y sostienes 
tu corona de púas en silencio, 
a ver quién puede más, si tus dolores 
o los rostros que cruzan sin mirarte. 
Yo viví con tu aurora de fusiles, 
y quiero que de nuevo pueblo y pòlvora 
sacudan los ramajes deshonrados 
hasta que tiemble el sueño y se reúnan 
los frutos divididos en la tierra.
__________
(*) Del libro 'Canto general', capítulo 'Yo soy'

lunes, 11 de junio de 2012

José Mª Amigo Zamorano: Lluvia de recuerdos


Desde una ventana del monasterio él se había visto oprimido por la inacción. Y obligado a contemplar el mundo exterior por esa abertura. Hace tiempo perdió la noción de ser. Pero últimamente movía de cuando en cuando los labios, sin cesar, como si hablara consigo mismo. En realidad estaba royendo el gusano del aburrimiento que creía vencer paulatinamente.

Lo que sus ojos vieron durante años es, sin serlo, una pared, tapia o muro siempre inamovible, monótono y aburrido, muralla vegetal que le separó o cubrió de sus actuaciones de antaño. De rostros y paisajes de una vida anterior. Que la tuvo. Olores, sabores que se le fueron borrando. Permaneció en estado de olvido. Quizás por eso no se hundió en la desesperación. 

-Alguna vez, me acuerdo, me acerqué a ese abismo

Si no se precipitó al vacío fue, quizás, ahora se da cuenta, porque la luz de la mañana le devuelve un nuevo día. Esta variación, insistente, de la uniformidad taladra durante años, como un berbiquí, la inconsciencia hasta darse cuenta de que no todo es lineal como pasillo central de monasterio. Algo quiebra el fluir sin altibajos de la rutina carcelaria. Si, carcelaria. Por que no era otra cosa. 

La luz del amanecer aunque, al parecer, pasaba sin darse él cuenta, iba labrando variedades en la oscuridad de su cerebro.

Y esa rotura, ese retorcimiento de la linea infinitamente recta en la vida cotidiana donde lo tenían situado o se había colocado, vino a confirmarla un día la lluvia. Lluvia que, como la luz del día, había visto pero que, sin embargo, no penetró en la plena conciencia. Y ello a pesar de ser el lugar en que estaba enclavado el monasterio lluvioso la mayor parte de los días. Es decir, ahora se daba cuenta, resbaló como las gotas en el cristal de la ventana.


La chispa ilumina su cerebro como el relámpago iluminó el murallón vegetal. Fueron meses de sequía. Cosa rara en la región. El trueno despierta su oído sepultado de silencio. Los sentidos se pusieron alerta. La lluvia cae primero en gotas aisladas que levantan polvo entre las la hierba. El lienzo vegetal se fue cubriendo de un cendal grisáceo. Aguza vista y oído al fenómeno que se le ofrecía de improviso como si despertara, ahora, de un sueño sin sensaciones. Se fue haciendo mas intensa hasta caer a raudales. Relámpagos y truenos acompañan los chorros de agua que bajan por el cristal de su ventana. Mueve los labios royendo el último gusano del aburrimiento desde una sensación placentera. Por lo que notaba la lluvia deja limpio el cauce de las sensaciones obturado por años de líneas rectas, pasillos centrales, silencios... 

Se fija primero en algo sin apenas trascendencia: la lluvia que bajada en el cristal de su ventana disolvía el polvo ocureciéndose, luego el cristal se aclara y el agua corre transparente. A raudales. Por el cristal, por las cañerías, por los canalones, por los regatos... La muralla verde desaparece como por ensalmo. De su lugar se adueñan árboles movidos por el viento. Las hojas encauzan hilillos de agua, chorros de agua. Brillan con destellos según las mueva el viento. Limpias de polvo.

Abre la ventana. Una ráfaga de viento empuja el agua dentro. Moja su cara. El gozo estalla en su ser. Le devuelve recuerdos perdidos. Se frota la cara con sus manos. Las extiende al exterior. Para que el placer llegue hasta cada uno de sus dedos.

Y de golpe sus hechos de antaño, rostros, paisajes, llenan su memoria. Cobran relieve. Volúmenes. Adquieren consistencia casi material. Risas y llantos, regocijos y temores, afluyen como la lluvia, en tromba. Atropellándose para salir al teatro de su recuerdo. 

Lleno de pasado se acerca al instante presente. Sus oídos perciben, entre la floresta, gorjeos de alegría en los pájaros. La vista capta un plumaje azulado aleteando entre las ramas de los árboles.

El susurro del viento que mueve las hojas. Le transporta a la orilla de un río. Ese susurro y el murmullo del agua, recuerda, se entremezcla con las discusiones. Estaba él entre un grupo de estudiantes. Reunidos en medio de una arboleda. Era de noche. Conspiraban contra la dictadura. En secreto. En clandestinidad. Mal escogido el sitio y la hora. Mas allá de unos pocos metros no se veía nada. Mas tarde salió la luna. Las sombras de los árboles se movían. Susurro en la fronda apagado por el debate. Era primavera. Ardían los corazones y las ideas. Fuego puro. Una pausa en el debate. Se oye el canto del ruiseñor inundando la noche de luna llena. Quedan los contertulios extasiados. Las palabras se prenden ahogadas en la música del ave. La dictadura del amor teje una malla de trinos para defenderlos de la urdimbre siniestra de la represión policíal. El ave, desde la altura de su música amorosa, los advierte y se calla. En esas estaban, con sus almas prendidas en las endechas del ruiseñor, unidos en comunión individualizada e intransferible de sentimientos juveniles, puestos sus corazones revolucionarios en el amado o la amada, cuando oyen pasos que se acercan y órdenes dictadas por lo bajo que el silencio y la noche agranda. Es la policía política. Algún chivato... El ruiseñor arranca otra vez sus trinos con una música distinta, como de aviso, de alarma, de amenaza, de defensa... Los estudiantes se miran, se hacen señas, se retiran en silencio, se arrastran como serpientes. Cada uno al sitio prefijado. Tienen dos barcas. Suben. La corriente les lleva río abajo. hasta un embarcadero. 

-Recuerdo el suave roce del agua en la embarcación y la estela plateada por la luz de la luna. Como si lo estuviera viviendo en este momento.

Luego el atraque en silencio. Y cada cual se pierde por entre callejas. Se confunde con el ir y venir de las gentes ajenas a su aventura. Buscan refugio en sus casas, pensiones o colegios mayores. Se aquietan. Se serenan. Leen algo o estudian. Mas tarde salen a la calle con sus cuadrillas a terminar de pasar la noche. Siempre mirando a izquierda y derecha. Por si acaso.

-El amor guardó mi libertad. Aquella vez

En otra ocasión no tuvo tanta suerte. Lo apresaron. Lo juzgaron. Lo condenaron y pasó varios años en la cárcel. No quiere acordarse de malos tratos y torturas. Quiere saborear este momento que le ha retrotraido a un tiempo pasado. Que es suyo aunque haya estado enterrado. La lluvia sigue. Los charcos brillan desperdigados acá y allá. Lluvia fina. Las ardillas bajan de los árboles. Comen. Levantan el rabo. Bailan. Se aparean. Chillan. 
Suena por todo el monasterio la llamada a la oración. Primer toque. 

-Que suene

Respira hondo. La ventana abierta le trae gotas de lluvia que resbalan por su cara. No se dejan aprisionar por la mano. Sediluyen. Y se van en todas direcciones. Se desperdigan libres si alguien quiere cogerlas. Resbalan como peces. Solo se abandonan a su voluntad. Por eso las quiere. Son libres. Para verlas aprisionadas tienen que taponarlas y en cuando advierten la apertura del orificio se desparraman por doquier. A su libre albedrío. Su poder es arrollador. Lo inundan todo. Se desbordan. Como la vida.

Se acuerda de la cárcel. Se toca el cuerpo. La vestidura le raspa como raspaba la de la prisión. Le hace daño. Se la quita. 

-Fuera estorbos.

Así hacía en el penal a la hora de la ducha. El momento mas placentero. Era casi el único rato que sentía estar carnalmente vivo. Una verdadera gozada. Librarse por un rato de la celda. El agua de la ducha estaba fría. Al principio tiritaba. Unos unos instantes. A continuación el cuerpo se entonaba. ¡Que placer! El jabón y las manos recorrían el cuerpo como una amada ardorosa. Un escalofrío de bienestar corría por el cuerpo estírándolo, mientras la verga se le empinaba. Sin importancia. Allí no tenían intimidad. Se acostumbraron. Cada preso estaba a lo suyo duchándose y no se preocupaba por semejante tontería. Si acaso alguna broma. El placer intimista consistía en que no te aplastara el sistema. Que las ideas permanecieran en el pensamiento prestas para la acción. Y si había que esconderlas pues eso... Pero que uno sea libre o esclavo en su ser, eso importaba. Permanecer entero. En lo demás no tenía prejuicios. Estaban en cueros como él. La diferencia residía en lo dicho: ser libre y no siervo. En la celda corrían libres como un pájaro sus ideas. Su vida íntima intelectual. Su existencia no carnal.

Vuelve a sonar la campana. Segundo aviso. 

-Que toquen las veces que quieran

Llaman a la puerta. 

-Que llamen. Ya se cansarán

Se abre la puerta. Entra un joven novicio.

-Padre, otra vez con sus manías. Mira como está: parece un adefesio. A sus años y emporrado. No le da vergüenza.

-Ya ves, pobre novicio, a mis 85 años y aun se me endereza la alegría... Pero que te voy a decir a ti si estás siempre mustio.

-Venga, dese prisa en vestirse que ya todos los hermanos vamos para la capilla
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Relato creado a partir de la palabra algoritmo

A: aburrido
L: labio
G: gusano
O: obligar
R: región
I: ideal
T: templo
M: masco
O: oprimido

Frase: "Desde el templo ideal de la región, él, oprimido por la inacción, casi obligado, el labio mueve royendo, masticando el gusano del aburrimiento".
  

viernes, 28 de octubre de 2011

Kurt Lütgen: África, Freetown y un negro algo chocante (*)

Sierra Leona, bueno, no quisiera decirlo tan claramente, pero me decepcionó, ya que tenía idea de disfrutar siguiendo las huellas de mi viejo amigo Charles Johnson. En mi opinión, Freetown carecía de gran influencia africana. Sus habitantes de color ni siquiera eran árabes del todo y lo que es peor, trataban de imitar a los europeos. Un negro vestido con camisa y pantalones, incluso aunque estén limpios y sin andrajos, me resulta de por si chocante. Pero si encima te habla como me ocurrió a mi varias veces en Freetown con un puro en la boca y los brazos metidos en los bolsillos hasta el codo. en lugar de demostrarme con esto seguridad y progreso, da pruebas evidentes de sentirse inseguro e incluso acomplejado y por eso no se atreve a ser tan amable como lo son los bosquimanos y caníbales en el interior de Gabón.


En realidad, lo único verdaderamente africano de Freetown era el ruido. En mi vida había oído tanto ruido por metro cuadrado. Si se tiene ocasión de experimentarlo por primera vez en un día de mercado, lo primero que se le ocurre a uno, es pensar que va quedarse sordo inmediatamente, a menos que a tiempo haya echado ya a correr a toda velocidad.


¡Pobre del que en África no sea capaz de inmunizarse contra el ruido! Desde un principio hay que acostumbrarse al exceso de ruido y de los insectos. No hay cosa que mas chocara de África que su propio silencio, tan extraño. Cuando nada ni nadie lo turba, es mucho mas intenso y escalofriantes que el de cualquier lugar de la tierra, quizá con excepción de las regiones polares. Lo que los europeos occidentales llamamos tranquilidad, allá no existe mas que entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, es decir, durante el rato en que el implacable sol tropical obliga al reposo. Parece como si el silencio resultara insoportable al indígena africano.

Creo que solo en voz alta es capaz de pensar. Cuando varios africanos trabajan conjuntamente solo se les oye de lejos. No es precisamente porque se aconsejen unos a otros. No, cada uno de ellos se hace consideraciones a si mismo.  se da ánimos y expresa su opinión en voz lo mas alta posible sin hacer caso alguno a lo que su compañero hace o dice.

Cuando un africano va por la selva, habla con tanta fuerza y expresividad, que el que oye aquello por primera vez no puede dar crédito a sus ojos cuando de repente surge solo entre los árboles. Uno espera encontrarse por lo menos a tres.


A mi me parece que esta satisfacción que experimenta al hablar obedece a dos motivos. En primer lugar, estos monólogos quizás suplan la falta de escritura: conozco a muchos europeos que aclaran sus ideas cuando las vierten sobre el papel; y en segundo lugar, el africano, cuando está solo, sostiene largas conversaciones con espíritus, con su espíritu protector y con las almas de familiares y amigos difuntos. Muchas veces he podido observar cómo un hombre, estando junto a un fuego entre dos arbustos, dice en voz alta:

-¿Recuerdas esto todavía, madre?

Es decir hablaba con un espíritu cuya proximidad sentía o deseaba.


El silencio relativo a las horas del mediodía desaparece de nuevo con el ruido del atardecer y va en aumento a medida que avanza la tarde, ya que los nativos recurren a sus instrumentos musicales.
__________
(*) ('Aventuras en Africa. Por tierras de antropófagos y gorilas'(1) de Kurt Lütgen; páginas 55, 56 y 57; Barcelona, Madrid, Editorial Noguer, 1975)

(1)  (El libro 'Aventuras en Africa' de Kurt Lütgen es en realidad una biografía de Mary Kingsley tomada de los libros por ella escritos. Es un libro para jóvenes, para jóvenes de hace 40 años. No tiene mucha emoción, la verdad. Y como no sabemos alemán no podemos achacárselo al autor o a la traductora, Mª Pilar García Lillo. Pero tiene algún que otro acontecimiento de la vida de la aventurera inglesa reseñable)

viernes, 6 de mayo de 2011

Otto René Castillo (*): Madre Dolorosa (1)


A veces
me preguntan
los cenicientos
ojos
de mi madre
por qué
no descansa
la llama
de mi frente.

Pobre madre mía.

Nunca conocerás
cómo nacen
y se apagan
en mi estos dolores
con los que veo
al mundo
que transita,
come
y duerme.
Uno es tan
vil,
madre,
que se acostumbra
también
al sufrimiento.
Y lo lleva
consigo
como una bala
oscura
que rehuye
estallar.
Pero yo estoy
acostumbrado
al sufrimiento
de los otros,
porque los míos
son tan pocos
que, en verdad,
no vale la pena
por ello
lamentarse.
Así nace mi sombra.
Vedla sola consigo.
Ajena
a la arboladura
de tu castaño
y tu dulce regazo.
Olvidada,
por costumbre,
de que existen
ya los abuelos venideros
tus brazos en el mundo.

Y es que existen
los otros,
y uno se duele
mas de ellos
que lo que se duelen
ellos mismos.
Y a pesarde todo eso,
se suele decir que nunca
vuela de nosotros
la golondrina del llanto.
Puede suceder que tenemos,
oculto en un recodo de la noche,
el lugar donde solemos llorar.
Y donde, tras un pesar,
se acerca el luto
para decir el nombre
de seres que amamos
con toda la plenitud
del mundo en el amor.

Tú no sabes;
pero uno llega
en la noche,
casi siempre en sobresalto,
buscando en los amigos
que la vida nos dio
y que la vida oculta
para que nada les pase.
Y cuando de la sombra
salen los brazos del amigo,
solo atinamos a decir:
'¿Qué tal? ¡Te ves tan bien!'.
Y '¡Qué alegría verte, hermano!' .
Y caemos de bruces
a los ojos
y al pecho
del amigo, muriendo el inicio
de una fuga.

Nos separó la verdad;
la verdad
la verdad nos unirá también un día.
Hoy, madre,
somos los que se acercan
a la muerte
con la sonrisa
mas ancha y el abrazo
mas grande
para que nazca la vida
y los abuelos venideros
no tengan que sufrir tanto
como tú.
Amamos la vida.
tú lo sabes.

Y nos imponen
la muerte.
¿Por qué ponernos trágicos
entonces? Mataremos, pues,
mi dulce viejecita,
porque solos
con nuestras manos
estamos en el mundo.
Y lo que ellas
hagan
será, por fin,
la biografía
de nosotros.
Hermoso será
su rostro:
nuestro sufrir
despertado en estrella.
Tú nunca conocerás,
madre mía,
ccómo nacen y se apagan
en mi estos dolores,
estas últimas
lágrimas
vertidas
sobre el  hombro
del viejo planeta,
tan viejo y cansado ya,
como tu figura
y tu propio
dolor.
___________
(*) http://www.literaturaguatemalteca.org/Otto.html

(1) Leído en el poemario 'Vámonos, Patria, a caminar'

 (Del libro 'POESÍA REVOLUCIONARIA GUATEMALTECA. de Mª Luisa Rodríguez. Edita: Zero, S.A. Madrid, octubre 1969)


martes, 3 de mayo de 2011

Miguel Angel Asturias (*): Credo

Creo en la Libertad, Madre de América,
creadora de mares dulces en la tierra,
y en Bolivar, su hijo Señor Nuestro,
que nació en Venezuela, Padeció
bajo el poder español, fue combatido
sintióse muerto sobre el Chimborazo
y con el iris descendió a los infiernos,
resucitó a la voz de Colombia,
tocó al Eterno con sus manos
y está parado junto a Dios.

No nos juzguéis, Bolivar, antes del día último,
porque creemos en la comunión de los hombres
que comulgan con el pueblo; sólo el pueblo
hace libre a los hombres; proclamamos
guerra a muerte y sin perdón a los tiranos;
creemos en la resurrección de los héroes
y en la vida perdurable de los que como ,
Libertador, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando.

___________
(*) http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_%C3%81ngel_Asturias

(Del libro 'POESÍA REVOLUCIONARIA GUATEMALTECA. de Mª Luisa Rodríguez. Edita: Zero, S.A. Madrid, octubre 1969)